1. TE HARTARÁS DE ANDAR
Cuando un/a historiador/a del arte hace un viaje y va a una ciudad en la que no ha estado antes, o sí, pero por poco tiempo, quiere verlo TODO, y cuando digo todo es todo, aunque sea el fuste de una columna rota. Si él/ella considera que perteneció a un edificio lo suficientemente importante como para hacerle una visita, allá que irá, y tú también, claro. A lo mejor a ti te parece un simple trozo de piedra, pero eso nunca, repito NUNCA, se lo digas a tu compañero/a historiador/a del arte, no hay cosa que le moleste más a un/a amante del arte, que la famosa frase de «pero si aquí nada más que hay un montón de piedras rotas…»
Te recomiendo que hagas un poco de ejercicio los días previos y con eso no estarás en baja forma durante el viaje. Además, llévate zapatos cómodos, deja los tacones en casa o esos zapatos de vestir tan monos que te pones en las bodas y te dejan el pie hecho una verdadera pena.
2. HAZTE A LA IDEA DE QUE VAS A SUBIR CUESTAS Y/O ESCALERAS
Históricamente las ciudades se hacían en lugares altos para que así se pudiesen defender mejor en tiempos de guerras, que eso era casi siempre, luego se iban desarrollando hacia abajo. ¿Qué quiere decir esto para un/a historiador/ del arte? Pues que la zona antigua está en la parte alta, ergo, en la parte alta está lo más interesante de ver. Incluso si la ciudad es plana, siempre tiene algo que subir. Si una vez subís las cuestas, resulta que hay un castillo visitable, no se conformará con haber llegado hasta allí, sino que también tendrás que subir a la torre más alta que tenga el castillo. Eso sí, las vistas serán increíbles, no todo iba a ser malo…
3. COMERÁS MAL Y CUANDO SE PUEDA
A los españoles nos gusta comer bien y sentarnos en un bar sin prisas. Si vamos con amigos, hasta que no llega el último no se pide, y en todos lo grupos siempre hay uno/a que llega de media hora tarde en adelante, si no lo tienes es que eres tú. Por lo tanto, se llega al restaurante a las 14:30 largas, cuando llega el último son más de las 15:00, mientras todos se deciden y se pide son las 15:30 y cuando sirven a todos las 16:00. Ahora a comer tranquilamente… total, que terminas a la hora del café y claro, se pide café. Al final salís a la tarde, que si es invierno, ya está anocheciendo.
Pues si viajas con un/a historiador/a del arte, olvídate de recrearte con la comida. No digo que ninguno de los días vayas a comer en un bar, pero cuando lo hagas, será sin entretenerte demasiado. La mayoría de veces comeréis (posiblemente un bocadillo) a las puertas de un museo o en una placita cercana al próximo monumento que vais a visitar. El tiempo es oro y no se puede perder en banalidades, ¿quién quiere comer teniendo tanto arte que ver a tu alrededor?. En el kit de supervivencia de un/a historiador/a del arte de viaje siempre hay algo de comer y de beber, por si acaso.
4. INTENTA ESCUCHAR CUANDO TE HABLA
Modigliani, van der Weyden, Waterhouse, Friedrich, Giorgio de Chirico, Arcimboldo… ¿Qué? Te dirá muchos nombres, no los intentes memorizar todos, sólo en los que ponga especial incapié. Te dirá que son grandes artistas y que tienen obras en los mejores museos del mundo. A ti, si no tienes conocimientos en arte, te sonarán a chino, pero no pongas en duda lo que te cuente, pues seguro que sabe de lo que habla, ni si quiera cuando a ti te parezca que tienes delante un cuadro pintado por tu sobrino de 3 años. No se lo digas, se enfadará y lo/a obligarás a explicarte por qué esa obra es importante y por qué marcó un antes y un después en la Historia del Arte, ¿estás seguro/a de querer escucharlo? Pues di «aaahh, ¡que curioso!«, que siempre queda bien.
¿Por qué te digo que lo/a escuches? Por una parte, porque seguro que te cuenta algo interesante, por otra, porque posiblemente algún día te preguntará «¿te acuerdas de cuando estábamos en… y vimos…?» y si no te acuerdas se enfadará contigo diciéndote «¿es que no me escuchas cuando te hablo?» y con razón. Ahora ya estás advertido/a.
5. LAS VACACIONES NO SON PARA DESCANSAR
Iglesias, museos, esculturas, parques, castillos, puertas de murallas… Muchas cosas que ver y la mayoría con un horario de apertura limitado. Para aprovechar el tiempo hay que madrugar, y la siesta… ¡¡la siesta para cuando llegues a casa!! En la cabeza de un/a historiador/a del arte que va de turismo, no cabe el descanso más allá de lo necesario. Con 6 o 7 horas que se duerma a la noche es más que suficiente. Si no quieres agobiarte, nunca mires la lista de cosas que vais a hacer durante el viaje, déjate llevar y procura no quejarte demasiado, más que nada porque no te servirá de mucho. Llegarás de tus vacaciones más cansado/a que cuando salistes, hasta tal punto que necesitarás unas vacaciones de las vacaciones, por eso es recomendable no regresar a casa el día antes de incorporarse al trabajo.
Volverás cansado/a, pero con una experiencia increíble, que si no fuera por tu amigo/a historiador/a del arte no hubieras tenido. Cuando el cansancio se pase, el recuerdo de las vacaciones será muy positivo, porque habrás conocido un sinfín de monumentos y obras de arte con un guía gratuito. En el fondo, le agradeces su esfuerzo y dedicación, sabes que te lo has pasado genial, porque viajar con un/a historiador/a del arte es una experiencia única. Al final, los historiadores/as del arte somos unas personas entrañables…